Las noticias sobre la liberación de los cinco héroes antiterroristas
cubanos, marco la agenda noticiosa de las últimas semanas,
convirtiéndose el hecho en una victoria indiscutible del pueblo cubano
que mostro con dignidad la mayor resistencia de la historia frente a la
agresión de un imperio. Esto, sin embargo, no implica un cambio de
objetivo en la política norteamericana hacia nuestro continente, y la
cuestión del bloqueo puede ser todavía muy difícil de superar. Más allá
de la alegría latinoamericana por la liberación de los cinco, está la
agenda de agresión que hoy consolida Estados Unidos contra la República
Bolivariana de Venezuela.
Los eventos se producen rápidamente en la escalada anti bolivariana
de las últimas semanas, que muestran un tono más agresivo y un
alineamiento más descarado a favor de los intereses de la oposición
oligárquica venezolana. La Ley firmada por Obama es realmente una
muestra del doble rasero de la política exterior gringa, pues la mayoría
de los argumentos usados para atacar al gobierno bolivariano, han sido
tomados para justificar felicitaciones a regímenes violentos y
verdaderos violadores de los derechos humanos en la región, como el de
Juan Orlando Hernández en Honduras.
Si María Corina Machado fuera víctima de alguna
violación a sus derechos en Honduras, seguramente viviría escondida,
invisible o exiliada en el olvido. El ambiente en el que ella vive, con
apoyo económico permanente, apoyo de la derecha internacional y el
padrinazgo de los Estados Unidos para buscar nada más y nada menos que
derrocar al gobierno legítimo de su país, está muy lejos de la virulenta
represión desatada en países como Colombia, México o la misma Honduras.
La violencia, convertida hoy en una herramienta
valiosa de la derecha mundial contra las democracias en el mundo
(recordar las palabras del presidente Putin, diciendo que Estados Unidos
y sus aliados buscan poner en práctica en Rusia el mismo libreto usado
en Ucrania), es la misma desatada por las guarimbas a principio de año; y
su propósito era encontrar eco en el pueblo venezolano para avanzar
hacia un golpe de Estado, del mismo tipo que se dio en Ucrania. Al
final, debemos ver con claridad que el guion es el mismo, y apenas
considera las diferencias entre cada sociedad.
La violencia de la que se acusa al Estado
Venezolano, no tiene nada que ver con la ofensiva brutal de regímenes de
derecha, que en su afán de convertir el mundo en una sociedad
accionaria, buscan desintegrar los estados y sus instituciones. Hoy la
hola neoliberal, busca consolidar, a partir de su estrepitoso fracaso,
la ideología que acelere la desposesión capitalista y para ello están
seguros que deben destruir pueblos enteros y desparecer las figuras más
insignes de las repúblicas liberales.
La Venezuela que hoy sufre un embate económico sin
precedentes, sigue un proceso revolucionario sui generis, consecuente
con las limitaciones propias de su realidad y avanzando en base a la
gran voluntad de las mayorías de construir un modelo de desarrollo que
todavía está tratando de configurar. En medio de esa lucha se encuentra a
un enemigo que sabe muy bien aprovechar las debilidades de la
revolución, y, muchas veces, también explota las fortalezas de la misma.
La gran distorsión provocada en el sistema
cambiario, sumada al “síndrome de la escasez”, que los grupos mediáticos
implantan en la psicología de la sociedad, provocan alteraciones serias
en cualquier planificación. Este tipo de agresión, difícilmente podría
ser resistida en un Estado bajo régimen neoliberal. Pero debe admitirse
que, por mucho, hace falta construir una nueva consciencia sobre la
realidad a cada venezolano y a cada venezolana. La fiebre consumista es
alarmante, las colas (usadas por los medios para pintar una tragedia)
para comprar en cualquier tienda, a cualquier nivel, proponen un
problema mayor, cuya solución no es responsabilidad exclusiva del
gobierno bolivariano. Ese consumismo es un verdadero virus que hay que
controlar, dejando de lado algunas críticas que resultan estériles si no
vienen cargadas de propuestas de solución para la revolución.
Para muchos venezolanos es difícil comprender lo
que han ganado como sociedad con la revolución bolivariana, lo que
seguramente es un foco de atención para los think tanks que buscan la
manera de socavar las bases que sostienen este proceso. La discusión
interna, y además a nivel continental, debe pasar por un debate franco
sobre el carácter imperativo de defender lo avanzado. Pocos pueblos de
América Latina pueden tener acceso al nivel de vida que han alcanzado en
Venezuela. Un ejemplo claro es la cobertura de Internet, que alcanza
casi al 50% de la población, en contraste con porcentajes increíbles por
debajo del 10% en algunas regiones; sin embargo, para muchos el
problema de internet en Venezuela es que es muy lento, olvidando la
importancia que ha tenido el avance en la democratización de este
recurso.
La matrícula escolar record de diez millones de
estudiantes, son para la mayoría de nuestros pueblos un lujo impensable
en este momento. Y así podríamos encontrar muchos avances que el enemigo
considera molestos por su falta de consecuencia con la lógica
capitalista de que todo tiene precio y que todo se compra. Esto deberían
saberlo todas las personas, y entender que el único propósito de la
oposición guarimbera es terminar con los avances revolucionarios.
Seguro se cometen muchos errores, pero, sin afán de
defender a nadie, la única forma de evitar los errores es no haciendo
nada. En la práctica cotidiana, ejercer el poder es algo sumamente
complejo, cambiante, inestable, ninguna fórmula es viable por la
dinámica intensa de las sociedades, sin contar la celeridad con que
actúa el enemigo que no usa nunca consensos para tomar decisiones
radicales y definitivas. La construcción del Socialismo del Siglo XXI
solo puede concebirse como un proceso largo y complejo que puede llegar a
su etapa socialista después del esfuerzo de varias generaciones, que
siempre estarán bajo el ataque del enemigo imperialista, disfrazado de
mil maneras y tratando de mantener el encanto del consumo.
Para Latinoamérica, Cuba ha significado, y seguirá
significando el gran ejemplo a seguir, recordando siempre nuestras
particularidades, y midiendo con sentido del límite las fuerzas del
enemigo, que seguramente vive también complicados procesos de desarrollo
en los que a veces es más fuerte que otras, pero sigue siempre
presionando por recuperar los espacios que considera son suyos. Ninguna
transnacional, ningún oligarca se conformara nunca con perder lo que
cree suyo; y en la medida avanza el capitalismo, nuevas formas se ira
presentando este enemigo, al cual podremos derrotar solamente cuando
seamos capaces de pensar, y actuar con su misma velocidad.
En el caso de Venezuela, la guerra imperial apunta a
convertirse en un nuevo bloqueo, más agresivo, con más agentes internos
y con argumentos novedosos, que se plantean por la vía de la
tecnología. En este sentido, nunca será suficiente el esfuerzo que se
haga por defender y profundizar la revolución, cada día surgirá un nuevo
desafío a vencer. Por eso es imperativo entender que el pueblo, los
movimientos revolucionarios deben mostrar actitudes creativas sin dejar
de echar toda la carga al Estado; si hay una responsabilidad que solo
puede cumplir todo el pueblo es la construcción revolucionaria del
socialismo.
Difícilmente podemos construir el mundo que no podemos imaginarnos.Tomado de http://www.telesurtv.net/bloggers/Venezuela-bajo-ataque-yankee-20141228-0001.html, el 29 de diciembre de 2014
Uno de los objetivos de EE.UU. es la destrucción de la OPEP con el propósito de avanzar con la guerra económica contra Rusia y Venezuela. En ese sentido vea al Presidente Venezolano en el video siguiente:
29 DE DICIEMBRE DE 2014
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