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domingo, 8 de abril de 2012

LA DIALÉCTICA Y EL MARXISMO


El primer aspecto que impone un enfoque dialéctico es que hay una diferencia entre esencia (verdad de las relaciones de explotación) y apariencia (forma en que se manifiestan), que moldea todo el sistema capitalista, relacionada con el carácter aparentemente "libre" de las relaciones de explotación económicas. En este sentido, Karel Kosik iniciaba hace muchas décadas su gran obra "Dialéctica de lo Concreto" afirmando que la dialéctica trata de la "cosa misma" pero hay que llegar a ella a través de un rodeo, destruyendo el mundo de la "pseudoconcreción" es decir toda una serie de prácticas que esconden la esencia de las relaciones sociales capitalistas, presentando como transparentes sus apariencias inmediatas, sacralizadas por el sentido común.
Desde este punto de vista, la dialéctica en el marxismo no se limita a un método de exposición progresivo de los contenidos en el cual los conceptos se van complejizando y reordenando a medida que se llega a una composición creciente de una totalidad. Para poder hacer esto es necesario un punto de partida dialéctico para la investigación (diferencia entre esencia y apariencia, de la que se deriva la necesidad de la ciencia) y a su vez una concepción sobre las relaciones entre la teoría científica y la práctica revolucionaria, en la cual la centralidad de este concepto filosófico-político moldea lo demás.
Creo que en cuanto al lugar de la dialéctica dentro del propio cuerpo teórico del marxismo las discusiones que se pueden hacer son relativamente limitadas, porque tiene mucho peso y los detractores del enfoque dialéctico se han visto obligados a retroceder hasta Spinoza o Kant o Galileo. Pero hay más debate en cuanto a las posibilidades de plantear la dialéctica materialista como base para una concepción (laica) del mundo. Labriola, seguido en esto por Gramsci, planteaba que "la filosofía de la praxis" era una concepción independiente de corrientes como la de Spencer, etc., al mismo tiempo que veía el marxismo como una teoría que "naturalizaba" la historia así como en otros ámbitos las ciencias habían ido estableciendo explicaciones materialistas y racionales de procesos que antes se consideraban originados por causas externas (divinas), en una relación que estableció asimismo Engels entre el marxismo y el desarrollo de las ciencias de la segunda mitad del siglo XIX. De esta forma, el marxismo (dialéctica incluida) queda ubicado como parte de un proceso de secularización, modernización y progresión de los desarrollos de las ciencias. Desde este ángulo, la apuesta de Engels tenía dos aspectos, ligar los descubrimientos del marxismo a los de las ciencias de su tiempo y fundamentar la necesidad de una sistematización desde el punto de vista de la teoría de los desarrollos de las distintas ciencias. Ambas cosas que la sociedad capitalista impidió precisamente por su lucha implacable contra el marxismo, en la cual su estrategia privilegiada es negarle carácter científico y separar "ciencia" (conservadora) de "ideología" (subversiva).
Si bien en la URSS antes de la burocratización se intentó retomar el programa de Engels (siguiendo en realidad un programa de trabajo planteado por Lenin) por lo que pude leer de la compilación de artículos de Deborin y el debate entre dialécticos y mecanicistas, que comentamos acá, Deborin defendió el enfoque de Engels sin desarrollarlo, es decir no dio fundamentos concretos de las proximidades entre los desarrollos de las ciencias y la dialéctica, con lo que quedamos más o menos en la misma y el aparato estatal soviético se dedicó a fundar una nueva escolástica que degradó el marxismo.
En este marco, se dieron movimientos diversos: vuelta a Marx, vuelta a Hegel, vuelta a Kant, etc., y se desarrollaron dentro y fuera del marxismo distintas posiciones sobre la cuestión de la dialéctica que Mihailo Markovic resumía del siguiente modo:
Existen tres concepciones de la dialéctica que en mi opinión deben desecharse:
a. La dialéctica como doctrina ontológica acrítica de las leyes universales de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento humano.
b. El otro extremo: total escepticismo respecto de las posibilidades de existencia de todo principio metodológico general o de supuestos teóricos sobre el mundo humano como totalidad.
c. Una especificación de la dialéctica tan estrecha que la reduce a una teoría y métodos especiales relativos únicamente a la historia humana, y que le niega posibilidad de aplicación a la naturaleza y a las ciencias naturales. (Dialéctica de la praxis, 1968).
La a. corresponde al stalinismo y sus "manuales" de filosofía. La b. abarca un amplio espectro de posiciones, científicos de profesión (Markovic pensaba en ellos principalmente), corrientes irracionalistas, post y también academicistas que, permeadas del "giro lingüístico" se cierran sobre los discursos y pierden su relación con la realidad como fundamento de hacer algún tipo de ciencia. La c. a posiciones como la de Lukács y Sartre (en cierta forma Gramsci se ubica en un espectro parecido, pero su posición se parece más a la de Markovic que a la de Lukács).
Creo que en la actualidad prima el punto de vista englobado en b. De hecho en las facultades se enseña en la carrera de filosofía que el de la ciencia es un discurso similar al de la religión y tiene muchísimo peso el enfoque "lingüístico" de lo que es la verdad científica, etc.
Contra este punto de vista predominante, cabe reivindicar un marxismo dialéctico en el que este componente (la dialéctica) se expresa a varios niveles: crítica del fetichismo y la pseudoconcreción de la sociedad burguesa, centralidad de la praxis como subversión de la vieja concepción de lo que es la filosofía, método de exposición y progresión de conceptos y contenidos hacia una totalidad, fundamentos de una concepción laica del mundo. En los aspectos en que esto depende directamente del cuerpo teórico del marxismo, los avances son más claros y palpables. En los que depende de la confluencia del marxismo con disciplinas controladas por la burguesía, es más difícil. Creo que en parte es por eso que no existe (y por el momento no podría existir) un Anti-Dühring del siglo XXI, en la justa medida de exposición metódica que puede atribuírsele (no deja de ser una obra polémica).
Omar Montilla, Choroní, Edo. Aragua, VENEZUELA

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