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viernes, 23 de marzo de 2012

LA FILANTROPÍA HIPÓCRITA


La hipocresía de la filantropía (la forma en la que el sistema mantiene el statu quo)
Al tiempo que los millonarios del mundo se unen en un acto masivo de altruismo, el genial filósofo Slavoj Zizek nos recuerda que no nos vayamos con la finta: la filantropía del capitalismo, paradójicamente, es parte de lo que preserva la desigualdad.
Al tiempo que los multimillonarios de Estados Unidos se unen para promover un acto percibido como digno de inigualable loor y lisonja, en el que anuncian que donarán la mitad de su riqueza a la caridad, cae como anillo al dedo este video del filósofo esloveno Slavoj Zizek. No para descartar su acto como una mera manipulación o una agenda oculta, pero sí para formar una conciencia crítica de lo que sucede y sobre cómo opera la lógica de la filantropía: además de ser una forma de pagar impuestos y a la vez reforzar la marca y la persona moral, es también una forma del sistema, que genera la miseria, de autoperpetuarse (incluso a quien no entienda el inglés, recomendamos ver el video).
En el capitalismo cultural la caridad es parte del sistema económico. Antes existía una división entre la caridad y el capital, se ganaba dinero y luego este se regresaba como caridad, pero ahora se han borrado las fronteras y son parte del mismo acto, se fusiona la caridad con el consumo. Cuando compras algo el deber de hacer algo para los demás o para el ambiente ya está incluido en la compra —como en Starbucks, donde no compras algo, compras dentro de algo, compras toda una supuesta ética del café, por ejemplo, “el buen karma como moneda de cambio”, en el acto de comprar se compra la redención como consumidor: mientras me tomo este café estoy “salvando” a los niños en Micronesia (por otra parte existe un chantaje semántico de que la caridad salva, la caridad que solo se representa en forma de dinero: la idea de que el dinero salva).
Zizek nos dice que el acto egoísta del consumo ya incluye el precio de su opuesto, el opuesto que nos hace sentir bien.
Luego el filósofo cita un ensayo de Oscar Wilde, The Soul of Man Under Socialism, y nos dice: “es más fácil tener empatía con sufrimiento que tener empatía con pensamiento”. La gente se ve envuelta por los horrores de la pobreza y es inevitable que se conmuevan con admirable pero mal dirigidas intenciones y se imponen la tarea seria y sentimental de remediar los males que ven, pero sus remedios no curan ese mal, solo lo prolongan, sus remedios son parte de la enfermedad, quieren solucionar los problemas de la pobreza manteniendo a la gente pobre viva o divirtiéndolos, pero esto no es una solución, es solo un agravante de la dificultad, el objetivo adecuado es reconstruir la sociedad de tal forma que la pobreza sea imposible —y las virtudes altruistas han impedido este objetivo. El peor dueño de esclavos es el que era amable con sus esclavos, ya que impedía que se dieran cuenta de los horrores del sistema e impedía que fueran entendidos por aquellos que lo contemplaban. La filantropía degrada y de-moraliza: es inmoral utilizar la propiedad privada para aliviar los horribles males que resultan de la institución de la propiedad privada.
La filantropía “es el ultimo intento desesperado de hacer que el capitalismo funcione para el socialismo [...], hace 30 años soñábamos con el socialismo con un rostro humano [...], hoy se intenta hacer el capitalismo global con un rostro humano, tenemos las reglas básicas y los hacemos un poco más tolerante y humano”.
Zizek afirma que no está en contra de la caridad —en un sentido abstracto es mejor que nada—, pero hay un sentido hipócrita que tenemos que hacer consciente, existe una paradoja: se repara con la mano izquierda lo que se destruye con la mano derecha. Y Cita de nuevo a Wilde: “Si operas a un niño estará mejor pero en la misma situación que lo produjo”.
En este sentido la filantropía, el altruismo y la “caridad” contribuyen a mantener el statu quo en el cual la miseria y la enajenación son inevitables; son como un bumerang de oro: las grandes empresas y los multimillonarios “regresan a la sociedad” porque de esta forma aseguran que el sistema que les dio su fortuna permanecerá más tiempo (el sistema estará más sano). Este Juramento del Dar que proviene de los Rockefeller, de Bill Gates, etc., es, ante todo, una inversión para que el mundo que han construido y que encabezan siga en marcha. Por esto Zizek esboza un “suave apocalipsis”, pero “no como lo del 2012″: solo una transformación radical de las estructuras podría sustancialmente cambiar las cosas para las personas que “salvamos” o ayudamos con la caridad monetaria y, para que esto suceda, posiblemente el sistema en el que vivimos deba de destruirse.

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